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 Asesinatos a sueldo

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Dante
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MensajeTema: Asesinatos a sueldo   Asesinatos a sueldo EmptyLun 15 Ago 2011 - 22:56

Off rol: Bueno, al fin en casa decido empezar con los roles de mi empleo xD


Llegué a Rosbasha y me pasé por la zona comercial a hacer unas compras y a ofrecerme como asesino. Más tarde me apunté a una misión en el pantano. Cuando me estaba preparando para partir y realizar mi misión, me llegó mi primer encargo como asesino: "Acabe con el joven Zak"
Me llegó en forma de carta, me lo encargó un tal "Ángel Caído". En la carta explicaba que el joven Zak era un muchacho formidable, con tan solo 10 años era capaz de dominar la magia blanca a un nivel más que aceptable. Decían que podía ser uno de los mejores magos blancos de todos los tiempos, y para el misterioso Ángel Caído suponía una amenaza. En la carta añadió que nos veríamos pronto, pero no dijo donde ni el momento exacto. Por el momento me limité a seguir las instrucciones que habían en la carta, lo primero era llegar a la torre arcana de la luz, donde el muchacho vivía e iba mejorando día a día.
Estar frente aquella torre me producía temor y rábia a la vez, una mezcla explosiva que de bien seguro terminaría en sed de sangre...

Ya dentro de aquél lugar tan puro y lleno de luz me sentía como pez fuera del agua, mis oscuros ropajes daban a entender que aquél no era en absoluto mi lugar y los múltiples magos que iban y venían se daban cuenta de ello, lanzándome miradas amenazadoras.
Me centré en llegar a lo más alto de la torre, dónde Zak practicaba en paz y armonía, pero veía a varios magos hablar entre ellos y con los guardias mientras me señalaban. Seguro que ya pretendían atraparme o algo peor, así que lancé una runa de invisibilidad. Volví a mirar a los magos, sorprendidos y confusos al ver que ya no estaba allí, salieron corriendo hacia abajo esperando encontrarme huyendo. Empecé a subir por las aparentemente interminables escaleras mientras seguía invisible. Las escaleras terminaron frente a una puerta custiodada por dos corpulentos guardias, saqué mi cuchillo y rajé el cuello de uno de ellos. El otro se quedó patidifuso al ver como su compañero se desangraba sin motivo aparente, puso su lanza en alto y mantuvo la posición delante de la puerta... estaba temblando. Me dejé ver un instante y pronuncié unas misteriosas palabras, hechizando al guardia y corrompiendo su voluntad... le ordené tirarse al vacío... y así lo hizo.
Abrí la puerta y lo encontré de espaldas a mí, leyendo un libro de magia.
-No quiero nada ahora, estoy estudiando. Grácias.- dijo él, sin siquiera mirar quien era.
-No te preocupes, solo vengo a llevarme tu alma.- le dije con una voz pausada y fría.
El chico se giró asustado y yo le lancé el cuchillo al pecho. Antes de que consiguiera impactar, una saeta de luz rechazó el ataque.
-No llegarás siquiera a tocar al muchacho, siervo del mal!- dijo un aciano mago que apareció detrás de una estantería.
Lo miré enfadado, mostrando mis dientes, y le di una patada a un taburete que había a mi lado, lanzándolo hacia el anciano. El anciano rechazó una vez más mi ataque con una saeta de luz. El anciano se mofó de mis débiles ataques. Resoplé y di evidéncias de mi fúria. Me transformé en béstia, esto el anciano no se lo esperaba y pude verlo en su cara, y me abalancé sobre el anciano.
Me lanzó otra saeta de luz, pero esta vez logré evadir el ataque y llegué a darle un zarpazo en su pecho, tirándolo al suelo. Me puse sobre dos patas, regodeándome de mi inminente victória, tomé el báculo del anciano y se lo clavé con ganas en el estómago. El anciano se estremeció, abrió los ojos y dejando un grito de dolor mientras escupía sangre, murió.
El joven estaba paralizado de horror, me miraba con los ojos abiertos como platos. Me acerqué a él y empezó a llorar, pero no gritaba, solo pedía piedad... No dije ni una palabra, lo agarré del cuello y apreté fuerte hasta terminar ahogándolo. Arrojé por la ventana el cuerpo sin vida de aquél niño y salí de allí, usando otra runa de invisibilidad.
El efecto duró hasta que llegué a un oscuro callejón... allí me puse a pensar en lo que acababa de hacer, en la extrema frialdad que albergaba dentro de mí. De la oscuridad surgió un ser encapuchado. Un aura oscura lo rodeaba y el aire se tornaba frío de repente.
-Buen trabajo Dante.- tenía una voz como de ultratumba, no parecía de este mundo... -Aquí tienes tus monedas, inviértelas sábiamente...-
-Espera! ¿Tu eres Ángel Caído?- le pregunté cuando él ya empezaba a irse.
-Volveremos a vernos...- y volvió a desaparecer entre la oscuridad...


Última edición por Dante364 el Vie 23 Mar 2012 - 2:18, editado 1 vez
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MensajeTema: Re: Asesinatos a sueldo   Asesinatos a sueldo EmptySáb 3 Sep 2011 - 23:10

Apenas pasaron dos días después de mi primer trabajo como asesino y ya volví a recibir otra petición, alguien organizó una cita conmigo en una frecuentada taberna de Rosbasha a largas horas de la noche. Esta vez se trataba de Karghk, un hombre lagarto conocido como veterano de guerra que participó en la defensa de Rosbasha hace muchísimo tiempo, pero ahora es el líder de un grupo de mercenarios que pretende hacerse con el control de Rosbasha.
-Me alegro de que hayas venido. Te apetece tomar algo? Yo invito, por supuesto!- me dijo sin que me diera tiempo siquiera a saludar.
-No, gracias. Solo dime, de que se trata?- contesté con la mirada seria.
-Bueno... pués vayamos al grano. Nuestra organización ha sufrido una baja importante, Darrick, un viejo amigo. Hombre de armas, rico y de la nobleza que nos proporcionaba armas, oro y comida a cambio de un alto puesto en un futuro triunfo. Por lo visto ha dejado de interesarle nuestro plan, le parece que tendrá poca eficácia...-
-Entonces, debo eliminarlo sin más?-
-No... déjame terminar. Antes de que conocieramos sus planes robó unos documentos que nos son de gran importáncia, se trata de los planos de una enorme cripta que atraviesa bajo tierra Rosbasha entera. Hay dos entradas, una iglésia de las afueras y los calabozos del castillo. Pretendemos entrar por sendos lugares y así asaltar el castillo desde dos frentes distintos.-
-No es mal plan. Entonces debo robar esos documentos primero, no es así?-
-Eso es. Aquí te doy la dirección de ese traidor.- me dijo mientras la apuntaba en un papel que luego me entregó. -Dos de mis hombres te ayudarán a entrar en su casa, ya que ha aumentado su seguridad notablemente. ¡Suerte!-
Asentí con la cabeza y salí a la calle, allí me esperaban un hombre, Pitt, y un hombre lagarto, Gormozz. Parecían soldados de élite, portaban espada, ballesta y armadura debajo de una túnica con capucha. Pitt parecía algo mayor que yo, pero no demasiado, todavía era joven. Tenía una barba propia de no afeitarse en semanas, el cabello era oscuro y era de mi misma estatura. El hombre lagarto era de piel rojiza, ojos rojos y amenazadores, afilados colmillos que sobresalían por debajo, bastante más alto que yo y con una cola larga y robusta.
Les enseñé el papel con la dirección y partimos a la mansión de Darrick, más allá de las murallas de Rosbasha.

En lo alto de una colina se postraba majestuosa la imponente mansión de Darrick.
-Apestoso rico traidor!- gruñó Gormozz.
Nos acerquemos hasta el muro que la rodeaba, por uno de los flancos. Pitt sacó una cuerda con un gancho en un extremo y la lanzó por encima del muro; tras comprobar que estaba fuerte y resistente empezó a trepar, luego fui yo y Gormozz último. Recogió la cuerda y nos agachemos tras unos matorrales a observar la situación. Podíamos ver dos guardias en la puerta principal y otros cinco patrullando el patio con candiles. Habían tres de los que patrullaban que estaban más lejos que el resto, así que decidimos acabar con ellos antes. Gormozz y yo nos acerquemos sigilosamente a ellos por detrás, mientras que Darrick mantenía la distáncia ballesta en mano.
En apenas un instante Gormozz se abalanzó sobre uno de ellos, estampándolo contra el suelo y clavando su espada en la nuca del guarda. Darrick disparó al guardia más alejado y el otro guardia lo vio, se volteó y me vio. Se disponía a dar la voz de alarma cuando Gormozz le disparó con su ballesta en el cuello.
-¿Y tú eres el profesional?- dijo Gormozz con tono burlesco.
Resoplé y me puse el primero, frente a una de las paredes de la mansión. Me transformé en béstia y de un salto alcancé una ventana abierta, entré y volví a mi forma humana. Ellos subieron con la cuerda de Pitt. Estábamos en una habitación enorme llena de estanterías con libros, vamos, la biblioteca. Decidimos separarnos para explorar la mansión y encontrar a Darrick o los documentos.

Tras salir de la biblioteca subí por unas escaleras, llegando a otra planta, pero esta era diferente de la anterior, solo tenía un largo pasillo con una doble puerta al final.
Abrí la puerta con cautela y estaba la luz apagada, solo se veía una ténue silueta que se dejaba ver un poco con cada calada de un cigarrillo...
-Imagino que te habrá mandado esa lagartija de Karghk...- dijo alguien en la sombra, intuyo que Darrick.
-En efecto, ya sabrás lo que te toca ahora...- dije mientras desenfundaba mi cuchillo.
-¡Jum! No creas que te lo pondré fácil chiquillo, hace muchos años formé parte en el ejército de Rosbasha. He combatido interminables hordas de demonios y demás criaturas durante el ataque del Dios Oscuro, no me tomes por un ricachón de tres al cuarto!- dijo mientras se levantaba, encendía unas luces de aceite con el cigarrilo y desenfundaba un peculiar estoque. La hoja del estoque era roja como la sangre y su mano quedaba protegida por un pequeño escudo soldado a la empuñadura, con una rosa grabada en el metal. Él era de constitución fuerte, el cabello grisáceo correspondiente a su edad y un bigote con perilla. Portaba una armadura ligera de color plata, sin yelmo.
-Por supuesto, nada de huir...-dijo mientras un guardia apareció por detrás y cerró la habitación, ahora iluminada, con llave. -Veamos de qué eres capaz...-
Puse mi cuchillo en horizontal y me coloqué en posición de ataque, esperando la acción de mi contrincante.

Éste lanzó una estocada directa al corazón, la rechazé con el cuchillo y luego lancé una puñalada a su estómago. Era más ágil de lo que aparentaba, pues evadió mi ataque dando una vuelta sobre mí, colocándose detrás mío. Se disponía a atravesarme con su arma pero me aparté, aún así llegó a rozarme el pecho y nos quedemos mirándonos uno a otro. Mi herida comenzó a sangrar y Darrick sonrió por ello. En aquél momento presté atención al ruido del exterior, parecía que estaban combatiendo. Acto seguido, Darrick empezó a correr hacia mí, apuntándome con su estoque y decidí que ya era hora de desplegar todo mi potencial, salté por encima de él y en el aire me transformé. Rodé por el suelo y me puse sobre dos patas mirándolo fíjamente.
-¡Vaya! Ahora Karghk me manda a uno de sus perros, nunca mejor dicho...- dijo confiado y sonriendo burlescamente.
-Me encargaré de que te tragues tus palabras, y no voy a dejarlo ahí, voy a hacerte desear el nunca haber nacido.-le dije mientras me preparaba para iniciar un nuevo ataque. -Experimentarás el dolor hasta límites que jamás habrías imaginado...-
-No voy a amedrentarme, he derrotado dragones mucho más fieros que tú.- dijo mientras se ponía firme de nuevo, en postura desafiante.
Gruñí rabioso y me abalancé sobre él, pero se echó a un lado y me hizo un corte en el brazo. Yo me cubría la herida lanzando un grito de dolor, capaz de atemorizar a cualquiera, pero él ni se inmutó, todo lo contrario, se dispuso a rematarme intentando clavarme su estoque en mi pecho. Lo golpeé con mi brazo herido y lo lancé a unos tres metros, su estoque quedó algo alejado de él. Intentó coger el estoque, pero yo le atizé una brutal patada en el estómago, haciéndolo retroceder hasta la pared; mi victoria era inminente.
Cuando me disponía a darle el golpe de gracia, Gormozz me gritó desde el patio, pude verlo a través de una ventana:
-¡Dante! Ya tenemos los documentos, nosotros nos vamos!- y Pitt volvió a lanzar su cuerda para escapar. Ya tras el muro me hicieron una señal que antes acordamos, me esperarían por si necesitaba ayuda luego; los guardias que quedaron en el patio entraron corriendo a la mansión para acabar conmigo. Volví a mirar a la pared pero Darrick ya no estaba allí, se había colocado detrás mío, estoque en mano, y me lo clavó en la espalda. Lancé un terrible grito de dolor mientras me volteaba y Darrick retrocedió entre sorprendido y asustado... Logré sacarme el estoque de mi espalda y empecé a sangrar abundantemente, lancé el estoque por la ventana y lancé otro grito amenazador.
Darrick corrió hacia la puerta para poder huir, pero lo agarré por su pierna y lo elevé hasta el techo para luego dejarlo caer. En el suelo se volteó y yo le pisé el muslo con todas mis fuerzas, se oyó un tremendo crujido seguido de un terrible grito de dolor. Agarré su brazo, puse mi pié sobre su pecho y empecé a tirar con fuerza hasta escuchar como crujía y él gritaba con lágrimas en lo ojos. Le di otra tremenda patada en el estómago y se estrelló contra la puerta. Darrick se levantó como pudo y le gritaba al guardia, que estaba al otro lado de la puerta, que la abriera. Aproveché ése momento que Darrick se encontraba de espaldas y aporreando la puerta para correr hacia él, agarrarlo por detrás de la cabeza y estamparlo contra la puerta. No sé si murió en el acto o solo quedó inconsciente, pero ya no se movía. Aún así, estando fuera de mí, repetí la acción varias veces hasta que apenas quedaba cabeza que agarrar. La puerta, ensangrentada y con pedazos de carne y hueso, se abrió poco a poco; un guardia atemorizado me apuntaba con su lanza. En cuanto vio lo que había al otro lado de la puerta, sus tripas no pudieron con la situación y se dispuso a devolver; clavé mis garras en su estómago y lo lancé hasta el fondo del largo pasillo.
Recorrí el pasillo hasta llegar a las escaleras, ahí estaban el resto de guardias. Pateé al guardia que llacía en el suelo del pasillo y cayó sobre otro guardia que subía las escaleras. Yo salté sobre otro de ellos, rompiendo todo hueso que habitara en su tórax. Corrí hacia la primera ventana que vi y salté por ella, cayendo al patio; salté el muro y corrí hasta encontrar a mis dos compañeros.

Ya amanecía; me llevaron a una llanura fuera de los muros de Rosbasha, allí había una espécie de fortaleza subterránea. La entrada estaba custodiada por numerosos guardias de todas las razas. En las salas y galerías más inferiores abundaban enanos y demonios, que corrían de aquí para allá, trabajando en distintas tareas.
Al final lleguemos a una sala más grande que las demás, Karghk estaba al fondo de ella, tumbado en una cama.
-Bien hecho muchacho, nos has sido de gran ayuda. Toma tu dinero y espero que volvamos a vernos.- dijo Karghk mientras me daba las monedas en una bolsa.
Asentí con la cabeza y volví a Rosbasha para terminar de descansar.


Última edición por Dante364 el Vie 23 Mar 2012 - 12:02, editado 1 vez
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MensajeTema: Re: Asesinatos a sueldo   Asesinatos a sueldo EmptyVie 23 Mar 2012 - 2:58

Offrol: Editado el anterior post. De este no os lo creáis todo, que tiene una explicación que ya se verá más adelante.


Tras un tiempo de aventuras y viajes por Gold, volví a Rosbasha. Era de noche y amenazaba tormenta. Tenía pensado pasar la noche en alguna taberna deprimente, donde nadie se atrevería a molestarme. En mitad de la calle, antes de llegar a la taberna, había un misterioso encapuchado. No le presté demasiada atención y pretendía pasar por su lado, pero cuando estuve junto a él empezó a hablar:

-Hola de nuevo, Dante.- su característica voz me era muy familiar, era Ángel Caído. -Al fin doy contigo. Parece que no has estado perdiendo el tiempo, aunque muchas de esas acciones no estaban predestinadas, ése no es tu destino, no es tu camino.-
-Yo no te debo nada, soy libre de escoger mi camino.- dije esto mientras continuaba mi camino, pero una extraña fuerza me tiró de atrás y me hizo caer de espaldas al suelo frío y mojado.
-¡Te mostraré que te equivocas, insolente cachorro!- entonces él me agarró de la cabeza y sentí una extraña sensación, como si levitara. Perdí la vista, como si se apagara toda luz existente y entonces me vinieron distintas imágenes a la cabeza...
Diferentes pueblos de Gold eran arrasados e incendiados, gente de todas las razas, edad y condición eran asesinadas. Un ejército que unía casi todas las razas de Gold caía frente a un poder oscuro... Rosbasha estaba siendo asediada y parecía no tener posibilidad de victoria. Toda esperanza sucumbía en la oscuridad y en las tinieblas. Terror, dolor y muerte. Eso era lo que veía; entonces desperté y me faltaba el aire, parecía que me ahogaba. -Tú debes cumplir la misión que se te ha dado, debes cumplir tu destino, nos lo debes.- dijo mientras se ponía de pié y me dejaba en el suelo.
Me levanté, ayudándome de mi báculo, y le pregunté qué pasaría si me negara a cumplir con ese cometido.
-No puedes, te hemos estado siguiendo desde aquél incidente aquella noche de luna llena con todos aquellos otros licántropos.-
Un profundo sentimiento de rabia y odio resurgió de mí.
-No fue casualidad, tú fuiste escogido para ser el único que sobreviviera, fuiste escogido por el Dios Oscuro, sobreviviste gracias a él.-
Yo no terminaba de comprender esto... sobreviví, sí, ¿pero a qué precio? Destierro...
-Puedo leerte la mente, y voy a responderte: Si no te hubieran desterrado no hubieras acudido al Dios Oscuro. Y no creas que solo intervino en aquella ocasión, si todavía sigues vivo no pienses que es gracias a tus excepcionales habilidades, él siempre te ha estado ayudando... desde su cárcel. Ahora debes devolverle el favor, debes liberarlo, se lo debes. ¡De no ser por él no serías nada!-
No dudé apenas, soy un siervo del Dios Oscuro y podía convertirme en el mejor. Lo único que me hacía plantear si debía hacer esto o no, eran las personas que había conocido recientemente, no podía olvidarme de ellas sin más. Pero la idea de ser "El que despertó al Dios Oscuro" y pasar a formar parte de la historia era muy atractiva, demasiado atractiva.
-Está bien, si es así como se ha escrito mi destino, así lo haré. Yo liberaré al Dios Oscuro y lucharé en su nombre. ¿Cómo debo hacerlo?-
Él sonrió complacido. -Según las escrituras debes reunir todas las magias en su cárcel de piedra- yo asentí. -Ahora te daré un pequeño trabajo.- dijo mientras sacaba un documento.
-Te escucho.-
-Aquí te doy un mapa donde indica la posición exacta de una fortaleza subterránea controlada por mercenarios.-
-¿Karghk y sus hombres?-
-Así es, veo que ya los conoces. Sus planes interfieren con los nuestros, además, si los eliminas, te ganarás la confianza de Rosbasha y así no sospecharán de ti.-

Aunque no apoyaba del todo la traición, acepté la misión. -Los eliminaré, pues.- dije asintiendo.
-Perfecto. Estarás solo, estamos ocupados en otros lugares y tú pareces muy capaz de cumplir ésta misión. Sin embargo, te otorgaré un objeto de vital importancia.-
-¿De qué se trata?-
-Es un material que se ha descubierto hace muy poco y todavía no se usa en grandes cantidades. Es algo experimental, se trata de un material volátil con un tremendo poder destructivo.-
-¿Y que hago con él?-
-Servirá para destruir la fortaleza subterránea y todo lo que haya dentro. Deberás colocarlo en la sala más profunda de todas, la habitación de Karghk, y salir lo más rápido de ahí. Cuando te encuentres en las galerías que conducen al exterior de la fortaleza, pronuncia estas palabras y el artefacto arderá unos instantes para luego explotar y destruírlo todo a su paso.-
-Así lo haré, pues.- y tomé el artefacto, que estaba dentro de una bolsa de piel del tamaño de un enano de estatura media. Pesaba una barbaridad en cuanto me lo colgué a la espalda.
-Ahora ve y cumple tu misión.-
-Por supuesto, dejádmelo a mí.- hice una leve reveréncia y él ya empezaba a marchar. -¡Espera! ¿Podría llamarte por otro nombre?-
-Mi nombre es Valt y soy un Druida, y compartimos los mismos dotes de nigromancia.- entonces desapareció en un manto de oscuridad y apareció la lluvia, como si hubiese esperado a que se fuera por temor a mojarle...

Acababa de volver a Rosbasha y ya tenía que volver a partir. Tras cruzar los muros de la ciudad me alejé del camino para andar campo a través durante unos minutos, hasta que reconocí la llanura de hierba alta, casi por la cintura, donde me llevaron los hombres de Karghk. Seguía lloviendo. No recordaba el lugar exacto de la entrada a la fortaleza, y el mapa que me otorgaron se había mojado por la lluvia y no podía leerse nada, así que empecé a dar pisotones al suelo y a gritar, con la esperanza de llamar la atención de algún centinela de la fortaleza. Al poco rato de estar haciendo eso algo me agarró del pié, me hizo caer al suelo de espaldas y me puso una espada en el cuello.
-¿Quién demonios eres y qué estás buscando?- dijo una voz con un peculiar acento.
-Soy Dante, amigo de Karghk y sus hombres.-
-¿Y por qué no te has dirigido a la fortaleza directamente en vez de comportarte como un loco bajo la lluvia?-
-Olvidé la localización exacta de la entrada a la fortaleza...- dije con rubor.
Él me olisqueó un instante.
-¡Apestas a perro mojado, y a mí me suenas más a espía de Rosbasha!- dijo mientras se acercaba a mi cara, entonces vi dos ojos brillantes como rubíes y unos afilados colmillos y su fétido aliento olía a fría muerte; vampiro. Puso su pié sobre mi estómago y alzó su espada, planeando hundirla en mi pecho. Yo reaccioné al instante, lanzando un proyectil de sombra en su cara y haciéndole perder el equilibrio, golpeé en la pierna que mantenía sobre mi estómago y cayó al suelo. Lo agarré con ambas manos por el cuello y lo miré fijamente a los ojos, entrando en su cabeza, haciéndole olvidar estos últimos segundos y ordenándole que me muestre la entrada a la fortaleza.
Así, una vez dentro, empecé a recorrer las galerías con desorientación hasta que, por fortuna, me encontré con Pitt.
-¡Ahí va, pero si es Dante!- exclamó con una sonrisa en su cara. -No te esperaba por aquí, ¿que te trae de vuelta?-
-Yo también me alegro de verte Pitt.- intenté parecer lo menos cercano posible, después de todo, había venido a matarlo junto a todos los demás... -Buscaba a Karghk, pero no recuerdo como llegar a sus aposentos. ¿Podrías acompañarme?-
-¡Por supuesto, amigo!- me dijo con una gran sonrisa en la cara y golpeándome el hombro amistosamente. Me sentí destrozado por dentro, ése hombre consideraba amigo al que será su verdugo.

Fuimos hablando por el camino hasta que lleguemos hasta las puertas de la gran habitación del líder de los mercenarios.
-No creo que esté despierto todavía, ya se ha acostado hace un rato largo. Permíteme entrar a mí primero.-dijo mientras abría la puerta.
Yo me quedé tras la puerta, esperando. Tras un par de gritos y un minuto o dos de murmuros, salió Pitt.
-Ya puedes pasar.- dijo mientras ponía su mano sobre su cabeza y se quejaba. Apuesto a que se llevó un capón de su líder por despertarlo.
Karghk todavía tenía cara de dormido y estaba semidesnudo.
-¡Vaya, cuanto tiempo Dante!- dijo sorprendido mientras se tapaba con las sábanas de su cama..
-Buenas noches, lamento si le ha molestado mi visita a tan tardía hora y sin previo aviso.- dije mientras hacía una leve reveréncia.
-No te preocupes chico, ¡tampoco necesito dormir tantas horas!- dijo bromeando entre carcajadas. -¿A que se debe tu grata visita?-
-Le traía un presente, en agradecimiento por el magnífico trato que tuvieron ustedes conmigo.- le dije soltando la bolsa que colgaba de mi espalda.
-¡Uoh!- exclamó sorprendido. -¿Y esto no podía esperar a mañana por la mañana?- dijo con un tono entre ironía y descaro. -¿Qué es?-
Ignoré la primera de sus cuestiones. -Es mi granito de arena para ayudar a conquistar Rosbasha, un potente explosivo. ¡Podríais usarlo para abrir una brecha en los muros del castillo y desconcertar aún más a los soldados enemigos!-
-¡Impresionante! Entonces, ¿eso significa que te unes a nuestra causa?-
-No, no, lo siento pero no. Sigo siendo fiel a mis principios y prefiero echar una mano desde un punto neutral en todo esto.-
-Una lástima... Voy a ordenar que guarden tu presente con las demás armas.-
-¡No!- grité deteniendo a Karghk. -¡Podría estallar con facilidad si se mezcla con las demás armas!-
-Vaya... está bien, lo dejaré aquí por el momento.-
-Ahora debo irme, no quisiera robarles más tiempo de sueño.- dije mientras me arreglaba las vestimentas que se habían arrugado tras el transporte del artefacto. -De nuevo le pido disculpas por interrumpir su sueño.-
-Ya te he dicho que no debes preocuparte, siempre serás bien recibido aquí, al mediodía o medianoche, llueva o nieve. ¡Suerte en tu travesía, Dante!- me dijo mientras volvía a su cama.
Pitt estaba en la puerta, esperó a que yo abandonara la sala y cerró la puerta. Estuvimos hablando por el camino de vuelta a las galerías que conducían al exterior; sentía una profunda pena por condenar a los que ahora me tenían por quien no era, un buen amigo. Me despedí de Pitt por última vez con un abrazo.

Cuando salí al exterior todavía llovía, y el vampiro que me encontré antes de encontrar la entrada estaba haciendo guardia tumbado entre la hierba alta. Le llamé y volví a entrar en su mente, ésta vez le ordené que entrara a la fortaleza y corriera hasta lo más profundo de ella. Así lo hizo y cerró las puertas de la fortaleza. Empecé a pronunciar el hechizo que incendiaría la bolsa y haría desaparecer toda la fortaleza y lo que habitara en ella. Cuando terminé de pronunciarlo pareció detenerse el tiempo unos segundos. Un tremendo temblor empezó a surgir y de repente se abrieron las puertas de la fortaleza, escupiendo fuego y rugiendo un tremendo estallido. El suelo se arrancaba por momentos y el cielo se iluminaba de rojo como el mismo infierno. Un tremendo estruendo sonó durante unos instantes, espantando todo ser a su alrededor. El escenario se mantuvo así unos instantes para luego dejar una enorme columna de humo, un ambiente de desolación y los débiles gemidos de unos pocos desgraciados que tuvieron la desdicha de quedar con vida para ahora morir lentamente, consumidos por el calor, el humo y la oscuridad.

Permanecí en la escena del crimen unos instantes, sentado en el suelo y contemplando el lugar. Al cabo de unos instantes me percaté de que por uno de los cráteres que habían aparecido por la explosión, surgió un ser. Un hombre lagarto con las escamas carmesí, el cuerpo lleno de quemaduras, cortes y magulladuras, un brazo mutilado y sin cola. Era Gormozz, sin duda, y entonces me vio.
-¡Dante, amigo, ayúdame...!- estaba agonizando, hablaba con dificultad, seguramente por el humo y por el debil estado en el que se encontraba. Yo lo agarré por el único brazo que le quedaba. Él quedó colgando en el vacío, pero yo no le subía.
-¡¿Que demonios estás haciendo?! ¡Súbeme de una vez!- me gritó con desesperación.
-Lo siento, "amigo", Rosbasha no puede ser compartida, el Dios Oscuro la reclama para él solo.-
-¡¿Que estás diciendo?! ¡Que me subas te digo!-
-De nuevo lo siento, no puedo dejar a nadie con vida, sois un estorbo.-
Gormozz abrió los ojos tanto como pudo y me miró fijamente, transformando su mirada en rabia e impotencia.
-¡Has sido tú, malnacido! ¡Te mataré! Juro por todos mis hermanos que han sido asesinados aquí abajo que habrá venganza. ¡Venganza!- gritaba rabioso mientras se revolvía tanto como podía.
Yo solo quería que se callara. Lo solté y cayó al vacío, brillante por el fuego que ahora habitaba en lo profundo de la fortaleza. Huí del lugar antes de que llegaran los soldados de Rosbasha a inspeccionar la zona.

Regresé a la ciudad, ahora en estado de alerta por el estruendo que azotó el horizonte hacía unas horas, y esperé en la misma calle donde me encontré con Ángel Caído.
La lluvia cesó de golpe, jamás vi nada igual, y una sombra apareció ante mí. Poco a poco tomaba forma hasta convertirse en la persona que estaba buscando.
-Un trabajo excelente, sin incidentes.- dijo acercándose a mí.
-Gracias, señor.-
-Toma, una pequeña ayuda para tu difícil misión.- dijo sacando una pequeña bolsa con monedas.
-Una vez más, muchas gracias señor.-
-Nos volveremos a ver, Dante, y para entonces más te vale haber avanzado en tu misión.-
-Lo haré, no lo dude, señor.- dije haciendo una reveréncia.
Y Valt desapareció de la misma forma que vino, convertido en sombra. La temerosa lluvia apareció cuando Valt se fue, tal y como esperaba.

Yo me quedé pensativo, la verdad era que el ansia de poder me había corrompido. ¿O no? Tal vez sea cierto que yo soy el indicado para esta tarea. Todavía tenía dudas de todo esto. Mi misión me privaría de varias cosas como formar una familia o tener una vida plácida, pero seguro que al final merece la pena... debe merecer la pena...
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MensajeTema: Re: Asesinatos a sueldo   Asesinatos a sueldo EmptyLun 16 Abr 2012 - 1:03

Después de mi último trabajo para Valt, aquél Druida Negro, pasaron días aburridos y monotonos, sin que ocurriera nada interesante. En uno de estos, mientras paseaba por la ciudad, oí un gran alboroto que venía de una pequeña plaza. Dos hombres se estaban peleando, al parecer, por una dama. Ella gritaba desesperadamente que parasen la pelea, pero esos dos monos se enzarzaban y debían estar tan metidos en el combate que hacían caso omiso al gentío que había alrededor. Al final, un guardia que pasaba por allí detuvo la pelea y uno de los hombres agarró a la chica del brazo y se la llevó, yo diría que en contra de su voluntad.

-Ya te enseñaré yo a no volver a engañarme nunca más, furcia!- le gritaba el hombre mientras entraban en una casa. No quise ni imaginarme lo que ocurriría ahí dentro.
El otro hombre, que parecía más joven, se quedó sentado en un banco de la plaza; le sangraba la ceja. Me acerqué a él, sentía curiosidad por todo esto.
-Esa ceja no tiene buena pinta, deberías hacértelo mirar.- le dije mientras tomaba asiento junto a él.
-¿¡Tú qué sabrás!?- me gritó mientras se tapaba media cara con la mano.
-Hombre, yo sé que mis cejas no sangran porque sí. Ergo no es bueno que la tuya lo haga.- le dije con una sonrisa irónica.
-... Me llamo Mark. ¿No tendrás un pañuelo por ahí, verdad?-
-Claro, toma.- le dije ofreciéndole un pañuelo que llevaba. -Yo soy Dante.-
-Gracias Dante. ¡Ese asqueroso gordo no se la merece, ni ella se merece pasar por ello!- gritaba, imagino que me daba una explicación a lo ocurrido.
-¿Ese tipejo es el marido de aquella chica? Pero si pasaría por su padre...-
-Ese tipejo es un rico mercader, la pobre chica solo hizo lo que creyó mejor para su família.-
-Entiendo.-
-¡Pero no se merece que la trate así!- cada vez parecía más furioso.
-Ni ella ni ninguna. ¿Te importa, verdad?-
-Más que nada.Estaba dispuesto a pelear hasta la muerte por ella, hasta que apareció ese inoportuno guardia...-
-Yo podría echarte una mano, es mi trabajo.-
-¿Eres un... asesino?-
-Así es.-
-Ni hablar, jamás pagaría a alguien por matar a una persona.-
-Como quieras, pero podría liberar a tu chica.-
-Me da igual, no pienso hacerlo y punto. Ha sido un placer conocerte, Dante, pero debo irme.- dijo mientras se levantaba.
-Lo mismo digo, mucha suerte Mark.- dije mientras también me levantaba.

Me despidió agitando el brazo mientras se alejaba, yo le respondí imitando su gesto. Volví a sentarme en el banco de la plaza y al cabo de un rato salió el tipejo gordo de antes, venía directo hacia mí.
-¡Tú! ¿De qué hablabas con ese pordiosero?- dijo gritando en medio de la plaza, acercándose a mí.
-Eso a ti ni te va ni te viene.- le dije, permaneciendo sentado.
-Mira chaval, conmigo no te pongas gallito, ¿¡de qué coño hablábais tú y el otro!?- gritó cuando se detuvo frente a mí.
-Además de gordo y calvo, sordo. Seguro que las vuelves locas a todas.- dije mofandome de él.
-¡Ahora sí que te lo has buscado!- dijo lanzándome un puñetazo. Esquivé su golpe, giré sobre él y me puse detrás suyo. Puse mi cuchillo en su cuello y empezó a temblar.
-Je, je... - reía nervioso. -Baja eso, amigo, si lo decía en broma...- era patético. Le aparté el cuchillo del cuello y lo empujé, cayendo de morros contra el banco.
-Oye amigo, pareces alguien peligroso, ¿me harías un favor?- dijo sentándose en el banco.
-¡Vaya! Ahora además de ser amigos, ¿te hago favores?-
-Te pagaré, pagaré lo que sea, pero tienes que ayudarme.- dijo suplicando.
-Bueno, te escucharé, solo para que dejes de aburrirme-
-¡Genial, muchas gracias!- cada vez era más patético y rastrero. -Quiero que asesines, destripes, mutiles y quemes los pedacitos que queden del muerto de hambre que se acuesta con la ramera de mi mujer.-
-¿Te refieres al chico con el que hablé antes?-
-Ese, sí. Estoy harto de ser el hazmerreír de la plaza, se acabó el aguantar a ese payaso.-
Lo cierto es que ya me quedaba poco dinero, y en mi trabajo tenía como norma no llevar nada a lo personal. No tenía nada en contra de aquél muchacho, Mark, al contrario, pero las monedas de aquél tipejo me darían para comer.
-Es posible que acepte, ¿sabes dónde puedo encontrarlo?-
-Oh, sí, claro, suele estar en alguno de esos estrechos callejones. Vive en la calle, no tardarás en encontrarle.- dijo señalándome unos callejones que salían de la plaza.
-Les echaré un vistazo, nos veremos esta noche, yo te avisaré.-
-Estupendo, ¡dale su merecido a ese desgraciado!-

Di una vuelta por el lugar y poco a poco iba anocheciendo, y yo seguía sin dar con el objetivo. Ya estaba frustrado y pensaba en rendirme y olvidar todo aquello cuando llegué a un callejón sin salida. Al final de este, se hacía más grande y había un pozo donde la gente de la plaza iba a lavar la ropa. Allí vi a Mark y a la chica, no se dieron cuenta de que les observaba. Permanecí escondido un rato, escuchando lo que decían.
-¡Pero ven conmigo! ¡Huyamos lejos y no miremos atrás, no importa nada más, solo que estemos juntos, donde sea!-
-No creo que pueda, Mark, mi hermana ya está muy enferma y mi marido me daría caza, seguramente a ti también. No me perdonaría en la vida que te ocurriera algo por mi culpa.-
-No te preocupes por mí, yo cuidaré de mí mismo y aún me sobrarían fuerzas para cuidar de ti y de tu hermana. ¡Partamos hoy mismo, esta noche, allá donde nos lleve el destino!-

Dejé de escuchar un momento, no me hizo falta saber mucho más. Por primera vez en mi vida, sentía remordimientos por lo que tenía que hacer. Esa pareja, a mi forma de ver, era envidiable; yo jamás tuve nadie a quien querer o que me quisiera. Algo me impedía reaccionar, no podía evitar sentirme así. Intenté volver a prestar atención a su conversación.
-Venga, te espero aquí, no tardes demasiado, coge sólo lo imprescindible.-
-Sí, no tardaré, lo prometo.- le dijo la chica con una sonrisa. La pareja se despidió con un beso y ella salió corriendo hacia la plaza, yo me escondí tras un barril para evitar que me viera al pasar por mi lado. Mark se quedó solo, sentado junto al pozo. Salí del callejón y me fui acercando a él.

-Buenas noches Mark.- dije mientras caminaba.
Mark se asustó. -¡Dante! ¿Qué haces por aquí a estas horas?-
-Te diré la verdad, vengo por motivos de trabajo.-
-¿Trabajo...?- dijo sacando una espada bastante deprimente, tenía el filo tan desgastado que dudo de que cortara mantequilla siquiera, además estaba oxidada.
-Es mi trabajo, alguien sí que quiso librarse de una persona, alguien no quiere que tú y esa chica estéis juntos.- le dije una vez detenido a un par de metros de él.
-Como se te ocurra ponerle una mano encima...- dijo alzando su espada.
-¿A ella? ¡N...!- no dejó ni que terminara la frase; me atacó de repente y no me dio tiempo a evadir su golpe. Me dio un golpe con el hombro, siguió con un codazo y me tiró al suelo con su espada, a modo de bate. Me levanté dolorido y sorprendido, no esperaba que reaccionara de esa forma. En cuanto me toqué la nariz, sangraba.
-¡No permitiré que hagas daño a Meredith! ¡Nadie más volverá a hacerle daño!- gritó furioso, lanzando un nuevo ataque sobre mí.
Yo me cubría y esquivaba sus ataques lo mejor que podía, apenas podía atacar yo y él también me detenía. Todo sucedió muy deprisa, por momentos, la acción parecía ir a una velocidad increíble. El intenso combate estaba muy igualado, ambos teníamos algunos cortes superficiales; y entonces llegó la chica, Meredith.
-¡Mark! ¿¡Qué está pasando!?- gritó asustada en cuanto vio la escena.
-¡Meredith, aléjate de este hombre! ¡Tu marido le ha pagado para asesinarte!- le gritó él, sin cesar el combate.
Yo preferí no aclarar nada, me gustaba el rumbo que estaba tomando todo esto.
La encarnizada pelea continuó en tablas durante un rato más; con los contínuos gritos de ánimo y apoyo que recibía Mark por parte de Meredith, parecía que se entusiasmaba más en la pela, convirtiéndole en un difícil rival. En un momento que bajó la guardia aproveché para lanzar un proyectil de sombra al suelo, levantando una columna de energía que lo empujó varios metros. Meredith corrió a socorrerlo. Yo quise probar algo... Disparé otro proyectil de sombra, esta vez apunté a Meredith, y Mark lo vio.
-¡Meredith, no!- gritó Mark mientras empujó a Meredith como pudo. Meredith cayó al suelo, Mark recibió el proyectil de sombra. Mark cayó abatido al suelo, pero podía notar vida aún en su interior. Meredith se tumbó a su lado, cogiéndole de la mano y llorando. No lograba escuchar lo que se susurraban el uno al otro.
Fui acercándome lentamente, hasta que me puse a su lado; Meredith me miró un instante y se tumbó bocabajo sobre Mark, llorando desconsoladamente. Mark me miró furioso, podía ver mucho valor en su mirada, e incluso parecía que intentaba levantarse para seguir combatiendo, pero estaba malherido.
-Mark, no mereces morir aquí ni hoy, no sería justo. Ambos os merecéis una vida plena y feliz, os deseo lo mejor. Por favor, perdóname, perdona mi estúpido ataque sin sentido.- dije dándome la vuelta.
-Dante... eres mezquino y ruin...- dijo con una voz débil. -No se te ocurra tocarle ni un pelo, o yo... ¡yo...!- decía intentando ponerse de pié, aunque Meredith se lo impedía, abrazándolo contra el suelo.
-No te preocupes, no voy a hacerle nada. Te deseo una rápida recuperación, mucha suerte.- dije mientras me iba por el callejón.

Salí del callejón a la plaza, y llamé a la puerta de la casa del rico mercader. Abrió la puerta vestido con una bata horrenda y se quedó en el portal.
-¡Ah, eres tú! ¿Que tal, éxito?- dijo frotándose las manos
-Misión cumplida, sí.-
-¡Ju, ju, ju!- su patética risa me provocaban ganas de soltarle un buen puñetazo. -¡Toma tus monedas y ahora vete! ¡Estoy muy disgustado, mi mujer no está en la cama!-
-Será que no le das lo que necesita...- le dije con ironía, mofandome. Él refunfuñó un instante y lo dejé correr. -Así que en el fondo, ¿te importa? ¿La quieres de verdad, no?-
-¡Que va! Nada más lejos, tengo otras cuatro mujeres, pero esta en especial cocina bastante bien.- dijo con una risotada. -Seguro que tú tienes alguna chiquilla por ahí, ¿eh?- dijo dándome un codazo. -Que no te engañen, a las rameras hay que darles de vez en cuando, para que no se olviden de lo que son.- me dijo con una carcajada al final.
-Entonces... ¿no la quieres?-
-Para nada, no puede compararse conmigo.- dijo, una vez más, con una carcajada al final.
-... Tú vida vale más que la suya, ¿no? Es tu mujer y no te importa en absoluto lo que le pase, como si se muere.-
-Teniendo tantas riquezas, ¿por qué iba a arriesgarme a preocuparme por alguien?- dijo, otra vez más, con una carcajada.
-No quisiera ser más cotilla, disculpa. ¿Me traerías algo para beber? Lo de quitar vidas me deja sediento...- le dije tocándome la garganta.
-Claro hombre, espera aquí.- dijo dándose la vuelta para entrar a por la bebida. En cuanto estaba ya dentro de casa me abalancé sobre él por detrás y cargué mi magia negra sobre mi brazo para asestar un brutal puñetazo. Mi puño atravesó la mole de carne que suponía su estómago, por detrás. Una auténtica sangría salió disparada por su barriga; tripas, sangre y carne, como si hubiera reventado. Seguía vivo, agonizaba con la boca abierta, y acerqué mi boca a su oído.
-Un hombre que no está dispuesto a morir por algo, no merece vivir.- le susurré, y en cuanto terminé la frase, retiré mi brazo que atravesaba su cuerpo. Él cayó al suelo, bocabajo, muerto. La entrada a la casa estaba completamente llena de sangre. Me adentré un poco en la casa y cogí algunas riquezas del mercader, luego prendí en llamas varias habitaciones de la casa, hasta que todo ardía.
Al salir, volví al callejón del pozo. Meredith me miró asustada al verme ensangrentado y Mark, que estaba refrescándose en el pozo, se volteó y agarró la espada por si volvía para combatir, aún con dificultad. No dije nada, solo les tiré el oro que había cogido del mercader y me di la vuelta.
-¡Espera!- me gritó Mark. -¿Qué significa esto?-
-Es para que podáis empezar una nueva vida. ¿No era eso lo que queríais? Anda, id a por la hermana de Meredith y compradle medicinas con ese dinero. Sed muy felices.-
-¿Hablas enserio? Pero... tú venías a matarnos...? ¡Sea como sea, no sabes cuanto te lo agradecemos!- dijo recogiendo el oro del suelo.
-Eres un buen hombre, Mark, seguro que serás muy feliz.- dije ya marchándome.
-Gracias Dante, no olvidaré tu detalle, ni nuestro estúpido combate.- dijo seguido de una débil risa.

Era muy tarde, no debería quedar más de una hora para que amaneciera, así que me apresuré para limpiarme, estaba empapado en sangre y ya había multitud de gente en la plaza, por el incendio. Volví atrás y subí a los tejados, cruzando media Rosbasha hasta llegar a una fuente donde bañarme por completo. Al salir de la fuente fui caminando sin rumbo definido por la ciudad, cruzando por callejones, como prefería. En uno de estos me encontré a un encapuchado al final, algo me decía que ya lo conocía, de hecho, ya me lo esperaba; era Valt.
-Dante, lo que has hecho esta noche no tiene nombre.-
-Gracias señor.-
-¿Gracias?- dijo acercándose a mí. Me golpeó con su báculo y me lanzó por los aires varios metros. -¡¿Te parece que has hecho algo correcto!?- me gritó furioso.
-No... no entiendo, señor.- le dije levantándome.
-Has mostrado sentimientos, has mostrado debilidad. No hay sitio para los débiles en el regazo del Dios Oscuro. Jamás te apiades de nada ni de nadie, no lo olvides.-
-Entiendo, no volverá a pasar, por favor perdóneme.- dije agachando la cabeza.
-El Dios Oscuro está disgustado contigo, espera que puedas compensar el acto de esta noche de alguna forma.-
-Lo haré, no cometeré más errores ya.- dije con una leve reverencia. Permanecimos un rato en silencio los dos.
-Dante, te invito a que visites tu aldea natal.- dijo acercándose a mí, hasta estar a un par de metros.
-¿Cómo dice? Señor, no puedo, soy non grato allí.-
-No importa, tú ve, corren rumores de que la aldea ha sido tomada por un tirano. Creía que te interesaría.-
-¿Tomada? ¿Qué quiere decir con eso?-
-Un hombre es ahora el dueño de esas tierras, incluída la gente que habite en ellas.-
-¡Pero eso no puede ser! ¡El pueblo licántropo es libre!-
-Esa era la reacción que esperaba. Ahora irás, ¿verdad?-
-¡Sí, eso haré! Gracias por informarme.-
-Te seguiremos de cerca, Dante.-
-No os disgustaré más, señor.- dije con una reveréncia.
Y Valt caminó hasta ponerse detrás de mí, cuando me di la vuelta para despedirme, ya había desaparecido.

Seguí caminando hasta salir de Rosbasha, hacia el este. Desde las afueras de las puertas de la ciudad por el lado este, se podían ver a tres personas correr por el llano. Sonreí por ellos, consiguieron su sueño, no me importó lo que dijera Valt, me dieron motivos para soñar.
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